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El Annus Horribili de José Manuel Calderón

Robbin Barberan - 23/08/2010 19:33

Nos desayunábamos esta mañana con la desagradable noticia de que José Manuel Calderón se perderá el Mundial de Turquía. Vaya mala suerte la de Calde.

Corría el tercer minuto del último cuarto en el España vs. Estados Unidos cuando el base hacía un esfuerzo para atrapar un balón que lo dejaba K.O. La cara de dolor del extremeño y su gesto apesadumbrado, de resignación, lo decían todo. El juego siguió durante algunos instantes, pese a que la bocina sonaba desde la mesa. Calderón recibió un último balón tras un rebote de Fran Vázquez en defensa que, rápidamente, cedió a Llull. No tenía ganas ni de protestar ni de pedir que se parase el juego. Se había roto. Él lo sabía.

Fue el propio Llull quien pidió a los árbitros que se detuviera el partido, que España estaba con cuatro. Calderón emprendió directamente el camino de los vestuarios, sin mirar a nadie, cabizbajo. Pasó por delante de sus compañeros del banquillo, le dijo apenas dos palabras al médico del equipo y siguió adelante. Superó nuestra posición a pie de pista ausente, como si allí no hubiera doce mil personas más. Estaba lesionado. Él lo sabía.

La lesión sufrida en la Caja Mágica de Madrid supone un nuevo varapalo para el bravo jugador español. No sólo en lo referente a poder alcanzar por fin una condición física óptima, sino, sobre todo, en el aspecto moral.

Tras completar un año 2008-09 con un bagaje positivo que le hacía seguir creciendo como jugador y como líder en la pista de los Raptors -con récord de porcentaje de tiros libres de la temporada incluido- en el verano de 2009 algo comenzó a ir mal. Calderón decidió parar para recuperarse de las lesiones musculares que había sufrido en una temporada muy intensa para él. Jugando casi 35 minutos por partido, el base se había tenido que perder hasta 14 encuentros de la regular season cuando ya se había asentado como miembro del quinteto titular y colíder de los Raptors. Así que se perdió el Eurobasket de Polonia y la medalla de oro. El objetivo era estar a tope para la nueva temporada y seguir creciendo de la misma manera.

Llegaba la 2009-10, con el actual verano como telón de fondo y su compañero Raptor Chris Bosh implicado en el mismo. Además, el equipo no funcionaba y las aspiraciones de Playoff empezaban a parecer algo más una utopía que una posibilidad. Pero, sobre todo, Calderón no era el mismo. Empezaban a llover las críticas sobre su juego; especialmente sobre su defensa y la facilidad que tenían sus rivales para desbordarle en el uno contra uno.

José Manuel Calderón, agresivo en defensa (Foto: Lafargue)

José Manuel Calderón, agresivo en defensa (Foto: Lafargue)

Resultaba extraño ver al base español en esa tesitura, pues siempre fue él un jugador potente, rápido de piernas y con una intensidad defensiva que lo convertía en, como mínimo, un defensor agresivo. Nada de eso quedaba. Su gesto con el brazo y dedo extendidos pidiendo ayudas de sus compañeros para cerrar al par que le había driblado era frecuente. Se hablaba de que no estaba totalmente recuperado y de que, con la puesta a punto de su estado de forma, todo volvería a ser igual.

Sin embargo, algo más había cambiado. Sobre la pista, Calderón daba la sensación de haber perdido la confianza en su juego, en su tiro, en su capacidad de tomar decisiones… e incluso en su muñeca desde la línea de tiros libres. Esa que tan sólo unos meses antes había dominado por encima de cualquier otro jugador de la NBA.

Se le veía ligeramente frustrado, tratando de buscar las sensaciones que le devolviesen la seguridad en si mismo que siempre ha tenido, pero no lo conseguía. La lesión posterior, de nuevo muscular, en el mes de diciembre, agravó la situación. Se quedó fuera durante varios partidos y Jarret Jack, su compañero en el puesto de base de los Raptors, aprovechaba la ausencia de Calderón para hacerse fuerte en el quinteto titular. Su buen trabajo y, precisamente, confianza en su juego le dieron la batuta de los de Toronto en detrimento del extremeño.

De ahí al final de temporada, Calderón mostró algún repunte del gran jugador que siempre ha sido. Pero todo acabó mal para los Raptors, que se quedaron fuera de Playoff, y los sinsabores no pudieron corregirse en suelo norteamericano.

Llegaba, por fin, el turno de la selección española. La oportunidad de rehacerse en un entorno que conoce a la perfección, con la vitola de campeón del mundo, y con ganas de resarcirse tras perderse la final de los Juegos Olímpicos de Pekín (otra lesión muscular) y el pasado Eurobasket. O eso debió pensar.

Sergio Scariolo daba al de Villanueva de la Serena la batuta del equipo, usándolo en el quinteto titular de forma recurrente. El técnico italiano sabía de la importancia que tiene el jugador y de lo vital que podía llegar a ser un Calderón en plena forma; y rebosante de confianza en si mismo. Ese Calderón que se levanta para anotar una y otra vez sólo con pasar un bloqueo directo; ese Calderón al que no puedes dejar respirar desde más allá de la línea de tres puntos porque es capaz de anotar con su particular mecánica en suspensión la mitad de las veces que lanza; o ese Calderón que se va hacia canasta con un primer paso prácticamente imposible defender, para dejar una estilizada bandeja haciéndonos recordar al bueno de Andrés Montes llamándolo Mr. Catering.

Pero Calderón seguía sin ser el mismo de antes.

José Manuel Calderón, ante un contrario (Foto: Lafargue)

José Manuel Calderón, ante un contrario (Foto: Lafargue)

En los partidos disputados, ha dirigido bien al equipo, sin excesos, haciendo gala de su prudente criterio para elegir el pase, de su seguridad en el dribbling y, en alguna ocasión, de su potencia de piernas para dejarnos como regalo alguna de sus entradas a canasta. Ha sido ésta la única señal del proceso de recuperación -sobre todo mental- de la confianza en si mismo por el que ha pasado el base.

Pese a verse taponado en alguna ocasión -como ante el lituano Kalnietis el pasado viernes-, Calderón sabía que debía recuperar la fe en si mismo a base de ejecutar lo que mejor sabe hacer. No obstante, se le seguía viendo algo inseguro. Con ganas de dar lo mejor de si mismo, pero sin la suficiente convicción como para saberse que había recuperado a aquel jugador protagonista de debates sobre su posible presencia en el All Star de la NBA y líder indiscutible de la selección campeona del mundo sobre la pista.

En varios de los partidos de la gira hemos podido observar a Calderón con posiciones de tiro claras desde más allá de 6,25 a las que ha renunciado. Situaciones en las que Scariolo le ha pedido una y otra vez desde el banquillo que tirase y a las que el base ha renunciado sistemáticamente. Penetraciones aparte, apenas si se ha atrevido con una o dos suspensiones por partido. El protagonismo anotador recae en esta selección en otros jugadores como Juan Carlos Navarro o Marc Gasol, pero Calderón tiene sus galones ganados bien a pulso. Scariolo lo sabe y simplemente le pedía que los sacase a relucir.

Ahora ya no podrá ser, se ha completado su particular Annus Horribili. Esperamos que la lesión de Calderón no le impida llegar al comienzo de la todavía lejana nueva temporada NBA en plenitud de facultades. Esperamos también que los Raptors le encuentren acomodo en una nueva franquicia porque -al menos eso dictan las aparencias- mentalmente Calderón necesita un cambio de ciudad, de franquicia y de compañeros.

Esperamos volver a ver de nuevo al mejor José Manuel Calderón, un base campeón del mundo.

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1 comentario en “El Annus Horribili de José Manuel Calderón”

  1. punisher says:

    Grande el artículo!

    Las cosas no han salido este año para Calde. Por mucho que la prensa española haya intentado ensalzar sus actuaciones, este año no ha tenido a penas donde escoger. Algo parecido se podría decir de Rudy…parece que la NBA esté acabando con esa chispa de los nuestros…exceptuando a Pau Gasol el resto parecen consumirse…Ricky no te vayas que allí te quitaran la “magia”!

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