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Ricky Rubio se va a la NBA en el momento adecuado

Robbin Barberan - 02/06/2011 08:33

Casi dos años después de una decisión que tuvo casi tanta expectación como la de LeBron James, Minnesota le da la bienvenida a una de sus esperanzas de futuro: Ricky Rubio.

Según informan los principales medios americanos, y no tardarán en hacer oficial los Wolves, el acuerdo entre ambas partes es total. Falta por ver qué dice el FC Barcelona al respecto, equipo con el que el jugador sigue teniendo contrato en vigor.

¿Por qué, entonces, anunciar la contratación ahora y no esperar a que se resuelva su situación en Barcelona? Muy fácil: por el lockout. El martes 31 de mayo era el último día que las franquicias NBA tenían para firmar contratos con el, hasta ese momento, actual convenio colectivo o, en sus siglas en inglés, CBA.

A partir de ahora, nada se sabe de cuáles serán las condiciones contractuales y, con ellas, salariales, para un rookie elegido en la quinta posición del draft (por cierto, ¿pensaría ahora Ricky que ir a los Grizzlies era lo peor que le podría pasar? Seguro que tanto los de Memphis como el base cambiarían su sitio por el de Thabeet hoy en día). Ricky quería ir este verano a Minnesota, y quería hacerlo con las condiciones que le garantizaban un salario de 3.5 millones de dólares en su primera temporada.

Así pues, es de suponer que el Barça, su actual club, y el jugador de El Masnou ya habrán llegado a un acuerdo para rescindir el contrato que les unía por dos temporadas más.

Toca ahora un cambio de aires que puede ser bueno para el jugador. Sin la presión de ganar -aunque sí de rendir desde el primer momento-, llega a un equipo que solamente puede crecer. O, al menos, eso es lo que debe hacer -no, no parece que vaya a ser traspasado a los Knicks-. Una oportunidad perfecta para hacer borrón y cuenta nueva tras un año para olvidar. Debe ser capaz de ello y recuperar la chispa con la que encadiló al planeta basket, o su proceso de adaptación será duro.

En Estados Unidos siguen con el recuerdo en la retina de aquel muchacho de 17 años que puso en más de un aprieto a Chris Paul en la final de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Aquel ladrón de balones implacable, astuto y rápido, capaz de interceptar líneas de pase, presionar la subida del balón y alcanzarlo con sus largos brazos al más mínimo descuido del oponente. Un base con un desparpajo nunca antes visto del que, ahora mismo, poco queda.

Porque Ricky no es ya aquel jugador. Dos años después, el Mundial de Turquía del pasado mes de septiembre fue quizás el peor momento en su todavía corta carrera profesional, y el inicio de una temporada titubeante, sin progresión en su evolución y, lo que más inquietud genera, sin chispa en su juego.

Una temporada gris en su segundo año en el Regal FC Barcelona que no debe servir a Ricky Rubio sino para reaccionar. Quizás su siguiente paso ya no lo podía dar en Europa, quizás la decisión correcta era un cambio de aires. Lo veremos la próxima temporada, si no hay lockout que lo impida. Porque, esa es otra cuestión: ¿y si no hay temporada? Esperemos que la haya. Ricky lo necesita, y los aficionados al baloncesto de todo el mundo necesitamos volver a ver al mejor Ricard Rubio. Aunque sea en Minnesota.

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