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Boston Celtics: Bad Boys, Bad Boys

Robbin Barberan - 08/02/2011 00:25

Pensar en los Boston Celtics hace que suene sin parar en mi cabeza la famosa canción de Inner Circle, banda sonora de la película protagonizada por Will Smith con el mismo título: Bad Boys.

Con las reminiscencias que esa terminología conlleva de los clásicos Detroit Pistons de Thomas, Daly, Mahorn, Rodman, Laimbeer y compañía, nos encontramos veinte años después con estos Celtics que, liderados por Garnett, se comportan en ocasiones como el típico matón de colegio que tiene amedrentados a los demás niños.

No se trata de que los de Doc Rivers afronten sus partidos como el típico (y tópico) equipo italiano, cuya táctica principal es la de descentrar a su rival desde el minuto uno, sino de un arma más que utilizan sin pudor cuando el partido lo requiere. Los Celtics del Big Three son un equipo que han alcanzado un nivel excelso en su juego, que ejecutan los sistemas a las mil maravillas y que ganan muchos partidos y juegan finales y se proclaman campeones por su gran calidad. Sin embargo, también son unos chicos malos.

Es recurrente el uso del argumento de su mayor agresividad en las Finales de 2008, que ganaron ante los Lakers de un etiquetado como blando Pau Gasol, pero aún hoy ese exceso de lo que se podría clasificar como cierta antideportividad es una de sus principales armas y santo seña de su estilo de juego. Se podría aplicar a estos Celtics un término también futbolero -aunque este caso de fútbol americano- aprovechando la resaca de la Superbowl: Unnecessary Roughness, o dureza innecesaria. Se define así aquella acción en la que se usan tácticas más allá del reglamento y se sobrepasan ciertos límites (de dureza) en la defensa sobre el rival.

A la cabeza de las malas artes de los verdes se sitúa, como no, Kevin Garnett. Amado por los fans de los Celtics, y odiado por el resto -a partes iguales- no deja indiferente. Sus artimañas van más allá del simple juego verbal para provocar al contrario, para descentrarle, pasando a la grosería y al desprecio hacia sus compañeros de profesión. Como muestra, esta jugada de hace apenas unas semanas en la que el ala-pívot no duda en golpear a Channig Frye en sus partes nobles:

Por supuesto, Garnett sabía perfectamente lo que había hecho. Y sus compañeros también. Nate Robinson y Kendrick Perkins llegan para empujar a Gortat, no para separar a su compañero de un enfadado Frye.

En este caso, de poco sirvió. Garnett fue expulsado por doble técnica y el marcado de un partido que ya estaba prácticamente decidido no se vio afectado.

Sin embargo, distinto fue lo ocurrido hace tan sólo unos días en el partido que los Dallas Mavericks disputaron en Boston. Con los Celtics por detrás en el marcador durante todo el partido, Garnett aprovechó una falta dura de JJ Barea para reaccionar así:

En este caso, los Mavericks se vieron bastante afectados emocionalmente. Estaban dominando tanto en juego como psicológicamente el partido, y Garnett sabía que hacía falta algo para cambiar el rumbo. Su acción, empujando primero a Barea y después al árbitro, merecía la expulsión. No obstante, una técnica fue el único peaje que tuvo que pagar. Después de la tángana, los Mavs quedaron descentrados, porque los Celtics dominan ese tipo de situaciones como nadie, y a punto estuvo de costarles el partido.

Del 61-65 con el que dominaban el marcador en ese momento, se pasó a un 75-69 (14-4 de parcial) en cuatro minutos. Los Celtics tomaron la iniciativa en el juego y solo el saber estar de un veterano como Jason Kidd para anotar un triple decisivo salvó los muebles para los Mavericks.

Las acciones posteriores de Barea fueron: triple fallado, tiro fallado, asistencia y falta en ataque. Se sentó a falta de 8 minutos y ya no volvió a jugar. Llevaba 11 puntos y había repartido 3 asistencias en lo que estaba siendo un muy buen partido suyo hasta el momento.

Los Celtics están más preparados y son más capaces de afrontar partidos en situaciones emocionalmente complejas, en medio del caos, del enfrentamiento y de la bronca. Lo que descentra a sus rivales, a ellos los hace más fuertes, sea o no provocado intencionadamente.

Otro caso de lo aquí expuesto lo encontramos en el partido ante los Orlando Magic. Un encuentro, en líneas generales, tosco y trabado, con muchas imprecisiones, juego duro y piques continuos. Un enfrentamiento en el que Dwight Howard se llevó una nueva técnica al caer en las provocaciones de otro maestro en desquiciar al rival: Kendrick Perkins; en el que Turkoglu, Nelson y Richardson se borraron ante la maraña de continuas interrupciones en el juego por acciones de dureza innecesaria, y en el que Arenas… bueno, lo de Arenas merece capítulo aparte. Los Magic cayeron en lo que el Orlando Sentinel califica como tácticas intimidatorias.

“Ellos crean [esas situaciones] y el equipo contrario no puede seguir haciendo su juego”, declaró Van Gundy.

Provocación, provocación y más provocación. Lo hacen a las mil maravillas.

Aunque no toda su fortaleza mental sirve para sacar partido de provocaciones intencionadas. En dicho encuentro, un incidente tan desafortunado como el que sufrió Marquis Daniels, cambió también el sino del partido.

Orlando comenzó dominando el partido, y entonces llegó el caos. Primero fue la desafortunada caía de Glen Davis y su contundente cabezazo contra el parquet, después el manotazo en la cara de Erden a Howard que ni siquiera fue señalado como falta, luego el desvanecimiento de Marquis Daniels y, muy poco después, la técnica a Howard. Ahí ya se habían acabado los Magic. Desaparecieron del TD Garden.

Aprovecharon de manera magistral que sabían que los Magic iban a intentar parar el partido con una falta para que atendieran a Howard cuando éste se quedó doliéndose del manotazo de Erden. Nate Robinson vio venir a un ya de por si descentrado Gilbert Arenas y lanzó de tres puntos para recibir una falta segura. Resultado: tres tiros libres y Arenas, con una cara de “¿qué ha pasado aquí?” que no se quitaba de encima. Resultado: falta no pitada sobre un Howard con un ojo como un tomate, y tres puntos “gratis” para los Celtics.

Asimismo, la tensión y preocupación por un jugador tendido en el suelo que apenas se mueve afectó también más a los rivales de éste que a sus propios compañeros. Los Magic sólo aguantaron siete minutos más, para desaparecer definitivamente en la segunda parte. Los Celtics siguieron jugando con las emociones para sacarles partido. Y ganaron.

“Nos frustramos con varias cosas”, añadió Van Gundy.

“Tenemos que ser mentalmente más fuertes”, concluyó Howard.

Sí, seguro que sí, porque los Celtics de Doc Rivers y el Big Three seguirán siendo los chicos malos del barrio.

Bad boys bad boys
Watcha gonna do, whatcha gonna do
when they come for you

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